Otras tradiciones narran que tras la quema de Shaolin el abad Chi sim, que era el maestro de una de las salas del templo, llamada Wing tjun dim (sala de la eterna primavera) escapa y se oculta dentro de las trouppe de opera china en los juncos rojos y allí enseñó su arte. Sea verdad o no, de lo que si podemos hablar con seguridad es de la genialidad del Wing Chun. Un estilo simple y directo, que da una libertad total a su practicante siempre que aplique unas teorías y unos principios de combate que funcionan en cualquier situación y que puede ser practicado por todo el mundo ya que no implica tener una gran condición física. Esto ha dado origen a que no exista un único Wing Chun sino que generación tras generación éste se haya ido adaptando a los tiempos y a cada practicante. Con lo cual hablamos de un arte marcial siempre vivo. |
Wing Chun
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